La escalada, al igual que la gestión de proyectos de I+D+i, es una actividad que requiere mucho más que fuerza física o habilidades técnicas; es una experiencia de aprendizaje constante. A lo largo de los años, he descubierto que las lecciones que me ha dado la montaña son aplicables también a mi trabajo diario, y cómo me han permitido mejorar mi forma de gestionar los proyectos de innovación.

Cuando estás frente a una pared de roca, lo primero que haces es observar, planificar cada movimiento, anticipando dónde podría estar el siguiente punto de apoyo. De la misma manera, un proyecto de I+D+i empieza con una planificación estratégica cuidadosa, donde debes prever los obstáculos, identificar los recursos necesarios y trazar una ruta clara hacia el objetivo. Sin embargo, a pesar de todo el plan, la realidad puede sorprenderte, tanto en la montaña como en un proyecto. La escalada me ha enseñado a adaptarme en tiempo real, a modificar mi estrategia sobre la marcha, ya sea porque el viento cambió o porque la roca no era tan segura como parecía.

En los proyectos de innovación, los imprevistos también están a la orden del día. Las circunstancias cambian, los plazos se ajustan, los recursos pueden variar. Pero, tal como en una ascensión, el truco está en mantener la calma, reevaluar las opciones y seguir adelante con determinación. Esa capacidad de adaptarse y encontrar una nueva ruta, sin perder de vista el objetivo, ha sido clave para manejar proyectos complejos y llevarlos a buen puerto.

Otro aspecto fundamental que la escalada me ha enseñado es la gestión de riesgos. Cada paso en la montaña implica un cálculo cuidadoso: ¿está bien asegurada la cuerda?, ¿es estable la roca? Lo mismo ocurre en los proyectos de I+D+i. Evaluar los riesgos, planificar alternativas y minimizar los posibles impactos de un fallo son habilidades que aplico tanto en el trabajo como en mi vida personal.

Pero si hay algo que la escalada y los proyectos de innovación comparten, es el hecho de que ambos son esfuerzos de equipo. No se sube solo, y lo mismo ocurre en un proyecto de I+D+i. La confianza en tu equipo es esencial. Trabajar en sintonía con el departamento de IT, los ingenieros y los financieros es como confiar en tu compañero de escalada: sabes que ellos también están asegurando tu éxito y el del proyecto.

Finalmente, la escalada me ha enseñado algo invaluable: la perseverancia. Cada ascenso es un reto, pero la satisfacción de llegar a la cima hace que cada esfuerzo valga la pena. En los proyectos de innovación, puede haber días difíciles, momentos en los que parece que la cumbre está demasiado lejos, pero seguir avanzando, un paso a la vez, siempre lleva al éxito.

Para acabar, una rana escaladora:


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